Así fue la histórica coronación de la Reina Isabel
El Reino Unido es uno de los países en los que más arraigada está la tradición monárquica y más pompa y barroquismo entrañan los actos relacionados con la familia real. No hay más que tirar de hemeroteca para comprobarlo, como es el caso de las ceremonias de la Orden de la Jarretera, las bodas reales y, sobre todo, la coronación de la Reina Isabel, la última en los pasados setenta años.
Los padres de la Reina Isabel en una imagen de archivo / Gtres
La monarca se encuentra en estos momentos a punto de comenzar las celebraciones de su Jubileo de Platino. Una fecha histórica para la monarquía británica, ya que Isabel II ha superado todos los récords de los anteriores soberanos. A pesar de que los últimos tiempos no han sido fáciles para ella, la Reina Isabel tiene un fuerte sentido del compromiso con el deber y es por esto por lo que, a sus noventa y seis años, sigue al pie del cañón, siempre que las circunstancias lo permiten.
Jorge VI con su familia. / Gtres
Este fuerte compromiso de la monarca con la institución tiene mucho que ver precisamente con su educación y parte de una ceremonia muy concreta: su coronación. A pesar de que Isabel, como hija del duque de York, no estaba destinada a reinar, la abdicación de su tío por su deseo de casarse con la norteamericana Wallis Simpson provocó un cambio de planes. Más aún, la enfermedad de su padre, que falleció en febrero del año 1952 en la finca de Sandringham, en Norfolk, mientras la entonces princesa estaba de viaje fuera del Reino Unido. No mucho después de la muerte de su padre, la entonces princesa fue coronada, en una ceremonia impresionante de la que recordamos los momentos clave.
Así fue la coronación de la Reina Isabel. / Gtres
La Reina Isabel fue una de las soberanas más jóvenes de su tiempo. La coronación tuvo lugar el 2 de junio de 1953, algo más de un año después de la muerte de Jorge VI. Por primera vez, esta ceremonia con siglos de tradición, fue retransmitida en la televisión, por iniciativa del duque de Edimburgo, que vio en esto una manera fácil de darle una voz renovada a la monarquía británica.
La Reina Isabel en su coronación. / Gtres
A las 11 :15 de la mañana, la Princesa llegó a la Abadía de Westminster a bordo del carruaje de oro, el mismo que se ha usado desde 1760 para las coronaciones, tirado por ocho caballos: Cunningham, Tovey, Noah, Tedder, Eisenhower, Snow White, Tipperary y McCreery. El arzobispo de Canterbury fue el encargado de llevar a cabo la ceremonia, una tarea que siempre ha recaído en esta figura.
Según los planes elaborados por el duque de Norfolk, la ceremonia empezó con el reconocimiento, que consiste en anunciar que la nueva reina de Inglaterra es Isabel II. Posteriormente, Isabel tuvo que hacer un juramento y le siguió el momento más importante de la ceremonia: la unción. Para este momento en el que la Reina recibe óleos santificados se usó una manta para darle privacidad, ya que se considera que es un momento de conexión especial con Dios. A continuación se llevó a cabo la coronación en la que el arzobispo de Canterbury puso sobre la monarca la corona de St. Edward, elaborada en el año 1661 y que pesa más de dos kilos. También se le entregó el orbe, así como el “anillo de bodas de Inglaterra” y el cetro que representa el poder como monarca.
Coronación de la Reina Isabel. / Gtres
Para esta ocasión tan especial, la Reina Isabel recurrió a un vestido diseñado por Norman Hartnell -su diseñador nupcial-, hecho de satén y con los emblemas del Reino Unido y la Mancomunidad bordados con hilos de oro y plata. Además, portó un ramo hecho con flores blancas como orquídeas y margaritas del valle de Inglaterra, jazmines de Escocia, orquídeas de Gales y claveles del Norte de Irlanda y la Isla de Man. El duque de Edimburgo fue el primero en prestar juramento de lealtad a la monarca y después se ofreció una recepción en el Palacio de Buckingham, desde cuyo balcón saludó la nueva reina.